La Triumph Thruxton R combina el café racer, que tan de moda se está poniendo en nuestro país, con la tecnología más actual en equipamiento mecánico como las suspensiones o los frenos
Esta es una de esas motos que te invita directamente a que la disfrutes, sobre todo si te gustan las motos de estilo retro, o más concretamente las café racer, unas motos que cada vez tiene más adeptos en nuestro país. Pero si además le añades que cuenta con elementos de última generación y desarrollados en la competición, como la horquilla Showa o los amortiguadores Öhlins, o incluso el sistema de frenos Brembo, también de competición, entonces las ganas de probarla se acentúan.
Cuando hace unos meses Triumph presentó la nueva generación Bonneville, tuve la ocasión de rodar un poco con esta nueva Thruxton R, y lo que más me llamó la atención fue lo fácil y seguro que resulta conducirla, además de notar un buen confort de marcha. Pero lo más notable era la sensación que daba de poder ir muy rápido gracias a su estabilidad y, cómo no, al equipamiento mecánico que incorpora. Ahora que he podido rodar más tiempo con ella, todas estas sensaciones se han consolidado y sigo pensando que podría ir bastante rápido, aunque para ello debería haber probado en un circuito, porque en carretera abierta la velocidad permitida es la que es. Tendré que dejarlo para otra ocasión en la que el tiempo nos acompañe un poco más y no amenace tanta lluvia.
En este sentido, la filosofía café racer está más que patente en la Thruxton, teniendo en cuenta que corresponde a un estilo de motos de los años 50 creadas a partir de motos de calle que se preparaban para ir ‘lo más rápido posible’ de un café a otro. Ahora, ni tan siquiera podemos aspirar a ir lo más rápido de un café a otro, al menos en nuestra ciudad, pero sí podemos sentir el poderío que transmite esta café racer y el empuje de su motor bicilíndrico de 97 CV, que tiene un funcionamiento suave y progresivo, pero que puede ser más agresivo si te aplicas con el acelerador. ¿Y qué decir de la suspensión? Con la calidad que cuenta se asegura una excelente estabilidad y agarre que te permiten manejar la moto con mucha facilidad -ya sabes, lo de la sensación de poder ir muy rápido-.
A pesar de montar semimanillares, lo que podría dar la impresión de que perjudica al confort, lo cierto es que la posición sobreelevada de estos hace que no se transmita mucho peso a las muñecas, lo que supone una posición bastante cómoda. Por otra parte, están los detalles que Triumph ha montado en la Thruxton R, como la cinta que sujeta el depósito, los cuerpos de los inyectores que asemejan a carburadores, el tapón de gasolina con tapa y cierre, o los retrovisores colocados en los extremos de los puños, algo que dificulta notablemente ‘navegar’ por el tráfico de la ciudad.
Para el cuadro se ha recurrido a dos relojes de estilo clásico para la velocidad y las revoluciones del motor, pero a los que se les ha incorporado una pequeña pantalla digital a cada uno por las que se recibe toda la información necesaria, incluso la marcha que llevamos engranada.
Por estilo y prestaciones, se podría pensar que una cúpula sobre el faro no vendría mal para protegerse del aire, pero lo cierto es que una vez que estás en ‘faena’ apenas se echa en falta, y mucho menos cuando lo que te apetece es pasearte con la Thruxton por tus lugares habituales y, lo digo porque así lo he vivido, ‘presumir de ella’.
TEXTO: Chema Bermejo / FOTOS: Madridfotoexperience.com